¡Agua!
Publicado el 22 Marzo, 2012 por Tomás Unger
Vista
desde el espacio, la Tierra es un planeta azul, con 71% de su superficie
cubierta por océanos y mares que contienen 96.5% del agua, que es salada. El
3.5% restante es agua dulce, la que sostiene la vida terrestre. La radiación
solar hace circular el agua entre la tierra y el mar. Aunque es una parte muy
pequeña del total, el agua que circula es esencial para la vida.
La vida se originó en el mar y hace cientos de
millones de años invadió los continentes. Muchos organismos se adaptaron a
vivir en ambientes secos, pero una cantidad mínima de agua es indispensable
para la vida y no existe organismo que no la necesite. La flora y fauna de los
continentes depende de la disponibilidad de agua dulce.
Casi el 70% del agua dulce está atrapada en
forma de hielo y nieve, principalmente en el Antártico y en Groenlandia. Una
pequeña fracción está en los glaciares de cordilleras. Un 30% del agua dulce
está bajo suelo, en los acuíferos. El agua dulce en la superficie de la tierra,
contenida en lagos y ríos, representa cerca del 0.25%, mientras que los seres
vivientes y la tierra agrícola contienen aproximadamente un décimo de uno por
ciento.
El vapor en suspensión y las nubes contienen
sólo una milésima del agua dulce existente, más de lo que contienen todos los
ríos. El agua de la superficie está principalmente en los lagos. El agua
atmosférica evaporada con la energía del Sol, se precipita en forma de lluvia, esencial
para la vida en los lugares donde es la fuente principal de agua dulce.
Cuando el hombre domesticó las plantas y dejó
de ser nómade, se asentó en lugares donde había agua para él, sus plantas y
animales. El crecimiento demográfico, la urbanización (hoy más del 50% de la
humanidad vive en ciudades), y los patrones de consumo hacen cada vez más costosa
la disponibilidad de agua dulce.
En diversas regiones del mundo la escasez de
agua o su calidad son causa de alta mortandad. En otras, las lluvias son parte
de una cadena de eventos que causan desastres naturales. Ante calentamiento
global, los efectos del consiguiente cambio climático y el cambio de los
patrones de consumo, el agua presenta uno de los desafíos más dramáticos que
enfrenta la humanidad en el siglo XXI.